El cielo sobre los Pirineos está encapotado. La temperatura es casi otoñal. Todavía el hielo se mantiene perenne tiñendo de blanco las cumbres de Tourmalet, Luz Ardiden, Aubisque y Plateau de Beille. Así pinta el escenario sobre el que dentro de unas horas tendrá lugar los primeros envites de alta montaña. Contador vs Schleck (Andy) es el combate estrella de la jornada. Pero antes saltarán al rin otros combatientes hábidos de gloria. Ellos están llamados a ser los grandes animadores. La parroquia española aguarda impaciente, acostada en las cunetas, tiñéndolas de naranja. Son los miles de seguidores del Euskaltel-Euskadi. Confían en que Samuel Sánchez esté delante, pero que no sea el único. Se marchó Txurruka, pero restan otros tantos. Se fue Juanma Gárate, pero queda por saber si se puede contar con el murciano ganador ya de una etapa, Luís León Sánchez. También quieren ser juez de carrera Hourquette d’Ancizan, Agnes o Core. Llega el tríptico pirenaico. Y como en las clásicas franco-belgas sucede, aquí, en la frontera montañosa entre España y Francia se espera una dantesca batalla. Tres días de trasiego pirenaico, que a buen seguro nos dejará alguna que otra víctima.
Luz Ardiden, mañana jueves, y Plateau de Beille, deben dar que hablar, que escribir, que narrar, que contar. Los esbozos del pasado fin de semana ahora cobran color, sonido, movimiento. Es el momento y lugar destinado por ASO, organizadora del Tour de France, para que las cartas queden bocarriba sobre la mesa. Antes los Pirineos que los Alpes. Antes fue el Macizo Central. Ese nos dejó al ídolo local Thomas Voeckler al frente de la clasificación general provisional, con un minuto y 49 segundos de renta respecto a Luís León Sánchez. Costará arrebatarle el maillot jaune al menudo combatiente galo. Ya existe constancia de su terquedad. Aunque Luís León Sánchez habrá de estar sujeto a los movimientos de su espigado jefe de formación, Robert Gesink. Si el holandés tiene su día, y el de Mula logra mantenerse lo más cerca posible, Luís León Sánchez tiene mucho terreno ganado. Harina de otro costal es lo que nos deparen Alberto Contador, Andy y Frank Schleck y Cadel Evans. Mucho ojo con el canguro del BMC. Su comportamiento en este Tour de France, hasta la fecha de hoy, invita al optimismo. Su equipo está muy crecido; le observa muy metido en carrera, y al acecho del liderato de la carrera. Lo lleva persiguiendo desde el primer día. Y está muy cerca de conseguirlo, porque es el que más sube de entre los más próximos a Voeckler.
El maillot verde objeto de deseo de José Joaquín Rojas descansa en los hombros del británico supersónico Mark Cavendish. Ahora, en la montaña, en la alta montaña, la lógica invita a que lo pierda con teórica facilidad. Y en ese momento y lugar está llamado a estar Rojas Gil. El de Cieza es segundo en esa clasificación de la Regularidad. Andará muy atento a los pasos intermedios y bonificables, y también a las fugas, pues serán clave. Pero no es el único. Phillipe Gilbert también husmea entorno a maillot verde. El belga del Omega Pharma-Lotto ya lo ha vestido. Se lo arrebató Cavendish en la llegada de ayer. Y ahora lo quiere de nuevo. Es un ‘clasicómano’. Un torbellino sobre el terreno abrupto. Letal en las llegadas selectas cuesta arriba. Del corte de Alejandro Valverde. Y eso hace pensar que escala con más soltura que Rojas Gil, si bien el de Cieza ha mejorado ostensiblemente en la montaña. Será muy bonito verles rivalizar.