¿HAS PERDIDO TUS DETALLES?

En un contexto actual en el que prima la instantaneidad informativa, las redes sociales se han convertido en una parte importante de las rutinas de los periodistas para encontrar información, contactar con las fuentes y obtener recursos gráficos y audiovisuales. Sin embargo, el uso de las redes en casos de violencia de género demanda de una sensibilidad especial por parte de los medios de comunicación.

En las noticias sobre violencia de género, plataformas como Twitter, Facebook, Instagram, Youtube, Whatsapp, etc. suelen ser parte del acontecimiento informativo, ya que las víctimas, sobre todo las más jóvenes, utilizan este tipo de redes para comunicarse con sus agresores, pero también son utilizadas como fuente primaria de información para construir noticias a través de la obtención de testimonios directo de autores, víctimas, testigos presenciales, familiares, amigos, conocidos o vecinos.

Los códigos de autorregulación coinciden en reconocer que la prudencia y el sentido común deben ser los dos primeros filtros del periodista antes de publicar información procedente de las redes sociales.

Actuaciones recomendadas

Petición de permiso para publicación

La información contenida en las redes sociales, a pesar de que está a disposición de terceros, pertenece moralmente a la persona que la publica, por ello, para hacer uso de la misma fuera de la red social se debe recabar el consentimiento de su titular. Si la persona ha fallecido se debe pedir autorización a los familiares en primer grado. Además, hay que hacer siempre atribución de la red social de donde se hayan obtenido imágenes o informaciones.

En el caso de obtener declaraciones que se hayan realizado a través de las redes sociales, es aconsejable utilizar el estilo directo y el entrecomillado y se debe citar siempre la procedencia de las mismas, indicando la fecha de publicación de la información, esencialmente si se trata declaraciones realizadas fuera de contexto, así como de imágenes o vídeos. Se aconseja, además, obtener capturas de pantalla para documentar información que el periodista haya utilizado y pueda ser borrada con posterioridad.

Solo copiar la información útil

El uso de información procedente de las redes sociales debe estar siempre justificado por el contexto informativo y el interés público y debe evitarse la intromisión en la vida privada de las personas en busca de contenidos que puedan atentar contra su dignidad o que fomenten la espectacularización y el sensacionalismo, lo cual es siempre reprochable desde el punto de vista ético.

Ante la dificultad para eliminar el rastro que deja la web, ya que, aunque una persona borre una publicación, quien tenga la información puede compartirla, el periodista debe respetar el derecho al olvido y no utilizar informaciones comprometidas sobre una persona (víctima o agresor) máxime si se refiere a episodios por los que la persona ya ha cumplido condena, haya pagado una sanción o haya sido rehabilitada.

Preservar la privacidad de los individuos implicados.

Las informaciones recogidas a través de plataformas como Twitter, Facebook, Instagram, Youtube, etc. también pueden vulnerar los derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen tanto de las víctimas como de los agresores y poner en peligro los avances de una investigación judicial. Por lo tanto, el periodista deberá valorar cómo se pueden ver afectados los derechos de las personas implicadas (intimidad, honor e imagen) a partir del uso que se haga de las imágenes o de la información personal empleados como recursos informativos. En caso de duda es recomendable contactar con las fuentes policiales o judiciales del caso, abogados o personal cualificado de los centros de acogida de mujeres maltratadas.

Aunque a veces es difícil determinar cuándo se menoscaba gravemente la intimidad de alguien, porque no hay un criterio general, se recomienda utilizar el sentido común. Hay que evitar revelar datos sacados de las redes que permitan identificar de forma directa o indirecta tanto a la mujer como su agresor (imagen, apodos, dirección personal o del domicilio familiar, lugar de trabajo, etc.).

Se prestará también especial cuidado a la utilización de imágenes o vídeos en los que puedan ser reconocidas personas que no guarden una relación suficientemente justificada con los acontecimientos. Hay que comprobar si en las fotos o vídeos que se publican aparece algún menor, ya que se viola su derecho a la imagen al publicar la foto sin taparle la cara.

Establecer mecanismos de verificación

Gracias a las redes sociales hoy en día cualquier ciudadano es potencialmente una “fuente” y puede aportar datos susceptibles de ser relevantes para los periodistas, pero también puede utilizar la información para tratar de divulgar noticias falsas o manipular a la opinión pública.  De hecho, a veces se crean perfiles o tuits falsos que se convierten en fakenews por unas horas.

Por lo tanto, para preservar la veracidad de los contenidos, es imprescindible aclarar y confirmar la información recogida a través de las redes sociales contactando con la fuente mediante llamadas telefónicas y/o entrevistas personales o través de plataformas como Skype o el correo electrónico.

Facebook y Twitter cuentan con programas de verificación de perfiles o de páginas que consisten en una marca azul. Para comprobar si un perfil ha sido realmente verificado hay que pasar el cursor sobre la marca debe aparecer el texto «verifiedaccount». Es recomendable también revisar la red de esos usuarios (quiénes lo siguen, a quién sigue, etc.).

Muchas veces se da por hecho que un vídeo o una foto obtenida de las redes sociales pertenece a la cuenta donde se encuentra, pero a veces esto no es así, por ello se recomienda revisar la procedencia de este tipo de contenidos y comprobar si se trata de un el archivo original. Para hacerlo pueden utilizarse herramientas de búsqueda invertida como TinEye, Google Image, YouTube Data Viewer, InVidoAnalyzer, que nos permite comparar cualquier imagen con otros contenidos similares o detectar anomalías que nos puedan indicar que se trata de un elemento manipulado o falso.

Una vez que haya encontrado la fuente se debe contactar con ella. Para ello se puede utilizar Pipl.com, un motor de búsqueda de personas en redes sociales (Facebook, Twitter, LinkedIn) que permite localizar a un usuario por nombre, ubicación, número de teléfono e incluso rango de edad.

Existen también extensiones de Google Chrome que se integran en el navegador y que pueden ayudar a los profesionales a contextualizar contenidos que se encuentran en la red. RevEye Reverse ImageSearch, por ejemplo, permite hacer búsqueda inversa de imágenes y B.S. Detector detecta webs que no son confiables. Otras extensiones especializadas en desmentir leyendas urbanas y desinformación en Internet son Snope o las extensiones de Maldito Bulo, Fake News Detector o FactChecker.

Rectificación

Las informaciones erróneas publicadas en medios -o en redes sociales de medios o periodistas-, deben ser corregidas rápidamente y con la mayor transparencia, a través de una nueva información o texto que reconozca el error y explique exactamente dónde estuvo y por qué se produjo.

Publicaciones personales

En las redes sociales es difícil separar los conceptos de persona –con sus opiniones e ideas– y profesional, por ello hay que ser conscientes de que existe cierta responsabilidad ética tanto en los comentarios que puedan fomentar estereotipos peyorativos y actitudes discriminatorias, como en todo lo que se comparta, especialmente si resulta ser falso o tendencioso, incluso aunque se hagan a título personal.

En esta misma línea, el periodista no recurrirá nunca a identidades falsas o contactos de terceros para obtener informaciones o imágenes preservadas por su autor para uso exclusivo de su red de contactos.

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