Los nubarrones siguen instalados sobre el planeta ciclista. Sus habitantes estamos habituados a no ver la luz, a excepción de días contados. Y no me estoy refiriendo a las tinieblas en que nos sumió aquella desmedida actuación policial acontecida en aquel triste episodio del Tour de France de 1998, sino a la ya referida ausencia de patrocinio.
No hay mecenas que no esconda su deseo de recibir contraprestación a cambio. Eso que sus jefes de marketing denominan ‘retorno’. Es decir, si pongo diez espero recibir seis, o al menos cuatro, y con carácter inmediato. Y eso, cuando se lo dicen a gente como Usted o como yo, le suena a chino. Pero así es cómo está el panorama. No hay apenas empresarios-as que estén dispuestos a invertir en patrocinio deportivo sino es con recibir algo a cambio, como si de un intercambio de cromos se tratara.
Porque no todos-as los-as empresarios-as están en crisis. Hay productos de la vida cotidiana que no dejan de ser consumidos. Puede que exista una disminución en el índice de consumo, pero a buen seguro que a todos nos pasa por la cabeza esos productos que no dejan de ser consumidos, de los que no podemos prescindir aún en crisis, y que, además, seguimos pagando al mismo precio, o incluso, con un incremento, aunque sea mínimo. Claro que, si se siguen consumiendo, no necesitan ser publicitados al tener, más o menos, garantizada su compra.
Ellos están siendo foco de recurso de quienes buscan patrocinio. Sin embargo, excusan su desinterés por la desastrosa situación del mercado y de la economía. Conozco casos concretos de quienes están sumidos en plena expansión comercial, y eso se ocurre cuando se goza de cierto poder adquisitivo. No entendemos, pues, qué impide a esos reacios empresarios apostar por el patrocinio deportivo para potencial esa apertura de mercado con presencia publicitaria. De echo, el sector vinícola sigue aumentando su volumen de ventas, en gran medida gracias al incremento de la demanda de mercados donde el ciclismo goza de un profundo arraigado social y donde está en pujante expansión como es el norte de Europa y Asia, respectivamente.
Sin embargo, la presencia de firmas vinícolas en el pelotón ciclista internacional es prácticamente inapreciable. Quizás sea porque se considere que el vino poco o nada tiene que ver con el esforzado deporte del pedal, pero, por ejemplo, el Euskaltel-Euskadi anuncia un vino con denominación de origen de la zona. Y el caso es que, por qué debe estar reñido el vino con el ciclismo cuando éste deporte es un extraordinario escaparate de promoción turística al ser diversos y variopintos los escenarios sobre los que se desarrolla.
Ahora, y de manera casi ineludible, son las firmas comerciales relacionadas con el ciclismo las que soportan el cada vez más ligero peso presupuestario de la caravana ciclística internacional. No es la primera vez que me han leído decir que el ciclismo ha sido pionero en adaptarse a las difíciles circunstancias del mercado, abaratando las aportaciones de patrocinio hasta cifras que sorprenden a todos cuando otros deportes de similar, o incluso menor calado mediático y social, como el baloncesto, no acaban de adaptar sus números a los tiempos que corren.
El ciclismo que nos toca vivir es el que Ustedes pueden deducir de mis palabras. Atravesamos por un período muy negro, nada que ver en lo deportivo, apartado en el que seguimos estando al frente del ránking UCI Pro-tour mundial, sino en el monetario. El palo más gordo y reciente es el de la retirada de patrocinio de GEOX. La poderosa firma italiana de calzado, cuyo volumen de ventas se mantiene en alza, decide centrarse en la Fórmula Uno, cuyo desembolso de patrocinio es infinitamente superior, y deja en suspense la continuidad de la escuadra ciclística que patrocinó en esta temporada de 2011 al haber hecho público su abandono de patrocinio el mismo día que espira el plazo de inscripción ante la Unión Ciclista Internacional.
Pero no es el único palo que se está llevando el ciclismo. El cambio de tendencia política que se avecina en Andalucía pone en tela de juicio la continuidad en la apuesta por la promoción turística a través del ciclismo de la Junta de Andalucía. Este asunto nos devuelve al agrio debate sobre el papel que debe desempeñar la Administración Pública en el patrocinio deportivo. Eso es señal inequívoca de que este asunto sigue estando en plena ebullición. En este sentido, mantengo que aunque no debe de ser vinculante, las ayudas públicas han de estar siempre presentes por cuanto revierte en una actividad de gran interés social. Si bien, una vez, incido en que las decisiones y las apuestas debieran gozar de un mayor índice de sensatez y objetividad. Y a los hechos me remito. No puede haber para unos pocos y nada para el resto.
Comunitat Valenciana, Xacobeo y Contentpolis fueron tres de las apuestas de patrocinio que cuando desaparecieron dejaron tras de si el adiós en el pelotón ciclista internacional de tres escuadras cuyo rendimiento publicitario estuvo por encima de la aportación económica de sus respectivas administraciones públicas. Tan solo el Illes Balears encontró continuidad con el patrocinio privado de Caisse d’Epargne; una caja de ahorros francesa con una considerable presencia en las islas.
La situación de abandono en el patrocinio por la que atraviesa el ciclismo no se corresponde en absoluto con su vigente presencia en los medios de comunicación e interés social. Este es el ciclismo que nos toca vivir.