OPINION
Antonio J. Salmerón
A las diez de la mañana del pasado sábado partía desde el aeropuerto de San Javier la expedición del KTM-Murcia rumbo a Birmingham. Allí nos espera Tom; un gran aficionado al ciclismo que supera las siete décadas de existencia, y que hace gala de un perfecto español como resultado de que parte de su vida profesional la pasara en contacto con hispanohablantes. Recuerda que la última vez que vino al ese aeropuerto era Lluis Puig presidente de la Unión Ciclista Internacional.
Después de una hora y tres cuartos de viaje por carretera llegamos a nuestro destino, un hotel que dista unos veinte minutos de la salida al día siguiente de la TESCO Rutland-Melton CiCLE Classic, que transcurrirá por un rincón de la comarca de East Midlands. Se trata de casi 170 kilómetros a través de una rugosa orografía pero sin desniveles que destacar. La dificultad añadida la representan la más de una quincena de tramos de tierra, estrechos y angostos, virados y retorcidos, de continuo ‘sube y baja’, que servirá para castigar sobre manera las piernas de los más de 170 esforzados de la ruta que en representación de una treintena de equipos, mayoritariamente norte-europeos, que aspiran al triunfo en la meta de Melton.
Tras desembalar las tres cajas con las seis bicicletas KTM Strada de la escuadra murciana, se procede a su montaje y puesta a punto. Antes, y previo el oportuno reparto de habitaciones, tratamos de saciar nuestro vacío y sediento estómago. Son las 15 horas local, y atendiendo al horario británico, estamos fuera de cobertura. De modo que, negociamos algo rápido y efectivo con el personal hostelero. Pasta con pechuga de pollo, pan, tomate, queso, agua. Pronto sería la cena, de 19 a 21 horas. Comemos, y descansamos un ratito. A las 17 horas, los seis valientes del KTM-Murcia se citan para salir a rodar con la bicicleta. Con cuidado, habrán de tener muy en cuenta lo de circular por el sentido contrario al que habitúan en España. El tiempo nos sorprende con un cielo totalmente despejado, sin viento alguno y una temperatura de entorno a 19 grados. Perfecto para montar en bici. Los chavales entrenarían suavemente sobre un par de horas, mientras que el cuerpo técnico, en compañía de Tom, saldrían a llenar la cesta de la compra.
Un buen puñado de alimentos ricos en carbohidratos serían suficientes para cuando regresaran de entrenar, y para el día siguiente. Hay que preparar el avituallamiento, y dejar comida para después de la carrera.
A las 20:30 horas, el KTM-Murcia ocupa una de las mesas redondas del amplio comedor. Hay buffet libre. Salmón, lasaña de ternera picada, ensalada, fiambre, … No faltaría comida, y había que repostar suficiente pensando en la exigente jornada del domingo. Y entre bocado y bocado, se habla de la carrera, de su recorrido, de la estrategia a seguir, de cómo puedan ser los temidos tramos de pavés y de tierra. También habría lugar para las conjeturas sobre quiénes son los invitados de honor a la carrera, también participantes, el veterano inglés ganador de tres etapas en la Vuelta a España, Malcolm Elliott, y el sueco Magnus Backstedt, ganador de la Paris-Roubaix en 2004. Después de la cena, toca escapar rápidamente frente al televisor para recrearse con la segunda parte del duelo Madrid-Barca. Los ciclistas también ven el fútbol.
Finalizado el partido, toca ir a la cama y descansar del viaje y del alivio entrenamiento. A la mañana siguiente, el toque de trompeta es a las siete y media. A las ocho hay que estar en el comedor para desayunar. Los cereales colman con su presencia las mesas de los equipos. Leche, café, té, miel, salchichas, … son el complemento perfecto. Otra vez toca nutrida ingesta de carbohidratos y proteínas, ya que se sirven alimentos derivados del cerdo y la vaca. Falta pechuga de pollo y jamón cocido. Pero es lo que hay, y a las 8:45 se parte rumbo a la salida. Una vez allí, en Rutland, gran ambiente festivo, y numeroso público. Los nuestros, el KTM-Murcia son objeto de deseo de las cámaras fotográficas de forofos e informadores. Suben al podio para la presentación y firma de salida, y el público les anima y aplaude. ¡Qué extraordinaria afición!
Ya metidos de lleno en la carrera, nos cuesta hacernos con que la palanca para el cambio de marchas del vehículo que nos ceden está en la izquierda. De echo, de no circularse en sentido contrario y así haber cambiado el sentido de la marcha de los ciclistas, el recorrido hubiera resultado ser más exigente si cabe que lo fue. Los primeros setenta kilómetros transcurren por un firme en perfecto estado, como es tónica habitual fuera de España. De haber sido en nuestro país iríamos esquivando baches parcheados y continuas bandas de frenado. De modo que el ritmo del pelotón prácticamente agrupado es muy vivo, cumpliendo con los horarios intermedios previstos por la organización. Se había dado el banderazo de salida a las once y se pretendía que el ganador cruzara bajo el arco de meta sobre las 15:10 horas. Y así sería. Puntualidad británica.
Hasta entonces crecía, como en una olla a presión, la tensión dentro del vehículo del KTM-Murcia. Llevábamos el número 24 de una treintena total. Eso suponía que si había que atender a algún ciclista nuestro, sería muy complicado llegar a tiempo, habida cuenta de la estrechez de las carreteras por las que circularíamos a partir del kilómetro 70, cuando salen a escena los dichosos tramos de tierra, predegosos, retorcidos, virados, angostos, en los que parecía sumirte en una densa nube de polvo que apenas te dejaba ver por dónde circular. Amén que las asistencias neutras y de los equipos locales contribuyeron a dar continuidad a nuestros valientes en carrera. El público poblaba de manera digamos que masiva las cunetas de gran parte del recorrido de los últimos cien kilómetros. ¡Qué gran afición! No me cansaré de repetirlo.
El lorquino Alcaraz es el primero de los nuestros en entregar la cuchara, y en perder contacto con los de delante. Más adelante nos toparemos con Héctor González. Su delgado perfil de escalador poco o nada casa con la crudeza del recorrido, más propicio para físicos fornidos, de perfil rodador. De modo que, aún víctima de un pinchazo que le obliga a perder contacto con el pelotón principal, el próximo en caer es Oscar García-Casarrubios. Lo importante era no encontrarse con ninguno de los nuestros entre la veintena que observábamos en las cunetas víctimas de caídas que les dejaban fuera de la carrera. Adelante seguían el jumillano Salvador Guardiola, Javier Benítez y José Antonio Carrasco. Éstos dos últimos pincharon, pero lograron establecer contacto con el selecto grupo de cabeza, donde permanecería Guardiola hasta algo menos de cuatro kilómetros para alcanzar la meta. Una vez en Melton, Carrasco trataba de dar la campanada con un nada despreciable quinto puesto, al mismo tiempo que el vencedor, mientras que Benítez sería décimo séptimo.
Extenuados acabarían nuestro seis valientes del KTM-Murcia, dando presencia destacada a Murcia y a la Región allí donde compiten, siendo el único representante español. El regreso a casa es harina de otro costal. Para eso necesitaremos otro capítulo. Así que atentos a él próximamente.