Cuántas veces habréis oído esta oración exclamativa que invita a seguir batallando ante las adversidades. Algo así se dicen así mismos los ‘sobrevivientes’ del Euskaltel-Euskadi en el presente Tour de France. Y les creo, porque entre ellos está Gorka Izaguirre, que militó en el memorable Contentpolis-AMPO-Murcia, cuando le conocí, y desde cuando le aprecio y apreciaré por su excelencia como ciclista y persona a la vez. Sé que es un batallador incansable, con unas cualidades para la práctica del ciclismo extraordinarias, y que, por suerte, puede seguir haciendo uso de ellas en el Tour de France. Suerte la suya. Sí, suerte. Porque durante el aciagado Tour de France que lleva transcurrido hasta la fecha, curiosamente, los españoles son los que lideran el capítulo de bajas, y además notables, como la de su jefe de filas, el campeón olímpico Samuel Sánchez.
Hace unas horas, los ciclistas del Euskaltel-Euskadi emitían un comunicado a modo de carta hacia sus seguidores que contiene las emotivas reflexiones que les reproduzco a continuación: “Llevamos unas cuantas noches que no dormimos bien. Los abandonos de Mikel, Amets, Samuel y Gorka han sido un varapalo. Llegamos al Tour con toda la ilusión del mundo y en dos días nos hemos llevado golpes muy duros. Cuesta asimilar lo que nos ha pasado. Preparar un Tour te lleva mucho tiempo, esfuerzo, motivación y sacrificio como para que la mala suerte se ensañe de esta manera con nosotros y no nos sintamos desorientados. Eso sí, no tengáis duda de que nos levantaremos y de que cada vez que nos pongamos un dorsal en lo que resta de Tour, vamos a defender el maillot de Euskaltel Euskadi con orgullo. Mostraremos en la carretera que vestir este maillot es una responsabilidad y un privilegio. Estamos en la mejor carrera del mundo y sabemos que todo lo que hagamos en esta prueba tiene repercusión internacional. Es el momento de dar un paso adelante”.
Cuando ya hay medios de comunicación, muy próximos sobre todo, que han dejado de lado su compromiso informativo con el ciclismo y con el Tour de France porque a excepción de Haimar Zubeldia (Radio Shack-Nissan) perdimos las opciones a podio de Alejandro Valverde y Samuel Sánchez, y porque otros como Luís León Sánchez también, además de estar muy tocados, me irrito a la vez que se me encoje el alma, porque todavía restan dos semanas de Tour de France, y ellos, ajenos a eso, centrados en una carrera que les está resultando esquiva en sus pretensiones de éxito, siguen ahí, batallando, y merecen que les tratemos como el primer día que aterrizaron en Lieja, aunque algunos de ellos ya no estén.
“No hay nada perdido, de acuerdo que el podio parece inalcanzable, pero todavía hay lugar a la consecución de un bonito triunfo de etapa”, decía Eusebio Unzúe, máximo responsable de la escuadra navarra Movistar cuando se le preguntaba por el devenir de los nuestros en esta carrera, que tengamos muy presente, que es el espectáculo deportivo más importante de periocidad anual. Tiempo habrá de ocuparse del ‘fúrbol’, y de otros menesteres; ahora toca ser respetuosos, y seguir alentando a los nuestros porque, insisto, queda mucha tela por cortar.
Ahí están Alpes y Pirineos; atrás dejamos los Vosgos. Quedan dos semana de competición aderezadas como media y alta montaña, con finales para el lucimiento de los velocistas, con alguna que otra emboscada, y con otro buen puñado de kilómetros cronometrados. No es justo que, ante este panorama debamos enterrar a nadie, ni nadie deba entregar la cuchara. Hemos visto a Luís León Sánchez probar fortuna sábado y domingo pasados en busca de su anual reencuentro con el podio rodante del Tour de France. Quién nos dice que mañana, con final en Valserine, con varios puertos de montaña por el camino, entre ellos el Gran Colombier, con rampas de hasta el 12 por ciento, que enlaza con un tercera dentro del último tercio del recorrido de 195 kilómetros, no volvamos a encontrarnos con ‘Luisle’, o cualquier otro español, o de cara a meta con el acierto de Valverde, puesto que anuncian un final exigente.
Me remito al Tour de France de 2008, cuando Alejandro Valverde llegaba como Bradley Wiggins, insultante de fuerzas, agasajado por haber batido a Cadel Evans en la reciente Dauphiné Libèré, y sin embargo, a pesar de haber vestido de amarillo y lograr dos victorias durante la primera semana, su rendimiento se vino abajo durante la semana siguiente, intermedia, unido a alguna caída, pero se rehízo durante la semana final, y, al menos, acabó entre los diez mejores, noveno. Quién puede adelantarnos que eso no sucederá así. Nadie. Y es por eso que les invito a seguir posándose frente al televisor cada tarde en adelante, y a seguir informando con el mismo ímpetu por el espectáculo debe continuar, como decía Freddie Mercury.