El fotoperiodista asturiano ha permanecido 43 días detenido en Libia
MADRID, 18 DE MAYO DE 2011.
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE) se felicita por la puesta en libertad del fotoperiodista asturiano Manu Brabo, quien ha permanecido detenido en Libia durante un 43 días y recuerda el alto precio que pagan los periodistas por el desempeño de su trabajo.
Esta Federación respalda y alienta el trabajo de los enviados especiales y de los corresponsales permanentes en los países árabes en conflicto, como un ejemplo importante de la defensa de la libertad de prensa y del ejercicio libre del periodismo.
En este momento de alegría por la libertad recobrada de nuestro colega, queremos llamar la atención sobre la imprescindible labor del periodismo en lugares de conflicto. Gracias al arriesgado trabajo de los profesionales de la información, el resto del mundo podemos conocer las penurias, las guerras y hambrunas que padecen muchos seres humanos. Sin la libre circulación de los periodistas en zonas de conflicto, las democracias son menos.
La FAPE extiende su satisfacción a los reporteros estadounidenses James Foley y Claire Morgana Gillis, y al fotógrafo sudafricano Anton Harmmel. Los tres fueron detenidos junto a Brabo en abril y también han sido liberados hoy.
Al tiempo que damos la bienvenida a casa a Manu Brabo, queremos destacar las gestiones realizadas por las autoridades españolas en pro de su liberación y recordar a los tres periodistas que permanecen detenidos en Libia (Lotfi Gharas, Kamel Ataloua), aquellos desaparecidos (Matthew VanDyke) y a quienes han muerto en este conflicto (Ali Hassan Al Jaber, Mohamed Al-Nabous, Tim Hetherington y Chris Hondros). Especial mención merecen los periodistas locales. Según estadísticas del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), el 90% de los periodistas muertos en cualquier conflicto son locales.
Freelances
La FAPE aprovecha la liberación del fotoperiodista asturiano, que trabaja como freelance, para apelar a la responsabilidad de las empresas editoras para valorar en su justa medida el trabajo y el riesgo que corren los profesionales a la pieza en zona de conflicto y mejorar en lo posible sus precarias condiciones laborales, así como rechazar los trabajos gratuitos que ofrecen algunos colaboradores, puesto que solo promueven la competitividad insana en circunstancias de elevada inseguridad en detrimento de la profundidad y el análisis. Destacar que los colaboradores proporcionan la mayor parte de la información internacional que consumen los medios, inmersos en una política de recortes de gastos y supresión de corresponsalías en el extranjero.