Hay que retrotraerse al 27 de junio de 1993 cuando un desconocido Ignacio García Camacho se daba a conocer al público en general con su victoriosa entrada en solitario en la meta de Vigo de la prueba reina del fondo en carretera de los Campeonatos de España en Ruta. Aquel éxito cobró especial protagonismo por los entonces ilustres acompañantes del ciezano en el podio viguense, Miguel Indurain y Fernando Escartín, a los que sacó una ventaja de siete segundos tras disputar 259 kilómetros por la abrupta orografía gallega. El ciezano corría entonces con el equipo Kelme, con el que había debutado en 1991, y la medalla de oro le sirvió para participar ese año en el Mundial de ciclismo con la Selección española.
Ignacio García Camacho dejó el ciclismo en 1998 obligado por una grave lesión de codo durante un entrenamiento de la que no llegó a reponerse por completo para la práctica profesional y de alta competición. Durante su estancia en el pelotón profesional compitió en el Tour de France y en la Vuelta a España, y se caracterizó por su perfil de escalador. En la edición de la Vuelta a Murcia de 1997 se impuso en la llegada de la etapa reina, y se vistió de líder, pero lo perdió en la última etapa cronometrada, si bien no bajó en el podio. En 1991 ganó una etapa en la ya desaparecida Vuelta a Los Valles Mineros, y acabó cuarto en la general final. La temporada de la consecución del maillot ‘rojigualda’ se impuso en una dantesca etapa Vuelta a Aragón como recompensa a una larga fuga. En 1995 ganó el también desaparecido Memorial Manuel Galera.
Su presencia en numerosas fugas, sobre todo cuando se trataba de un terreno exigente, le hizo ser muy bien valorado y cotizado. Varios equipos grandes, como ONCE y Banesto, se interesaron por hacerse con sus servicios, pero el de Cieza se decantó por su continuidad en la veterana escuadra ilicitana, en la que coincidió con grandes corredores.