A sus 29 años, Luis León Sánchez se consagra, tras la consecución de su cuarto triunfo en el Tour de France (2008, 2009, 2011 y 2012), como un valor seguro aunque no bajo la concepción que se tenía de él. Del murciano de Mula se decía que apunta a ser un sólido jefe de filas con fundadas aspiraciones de estar presente en el podio de cualquiera de las tres históricas carreras de tres semanas del calendario UCI por su polivalente perfil. Y no es que no sea así, pero no siempre ostentó el liderazgo en los equipos en que militó hasta ahora. Tuvo a otros ciclistas por encima suyo en el Tour de France. Aunque cierto es que siempre gozó de un amplio margen de maniobra que le permitió forjarse como lo que es ahora, un ‘caza-etapas’ de valor seguro.
Esa condición no exime que le veamos lucir galones en carreras del máximo estamento, pero no como apuesta única de liderazgo de cara a la general individual. Siempre se le consideró como una apuesta de futuro en ese puesto, y eligieron que se formara al servicio de grandes líderes. Y cuando se le ha concedido ese privilegio, como sucedió en la última edición de la Vuelta a España, no era el momento ni el lugar. No creo que una carrera tan tardía como ésta sea incentivo para un madrugador. A ‘Luisle’ le hemos visto destellar en la Tour Down Under, en enero, y en la Paris-Nice, en marzo, al igual que en la Clásica de San Sebastián, en agosto, pero al de Mula lo que mejor le va es el Tour de France, sin lugar a dudas. Así lo constatan sus cuatro triunfos de etapa, y el hecho de que suela llegar en muy buen estado de forma queda refrendado en que ocupa puestos delanteros en la general hasta cuando aparece la alta montaña, en la que acredita una paulatina mejora de prestaciones.
Luis León Sánchez aterrizó en la salida del Tour de France en Lieja con 56 días de competición, y como apunta un portal especializado, el que más de los 198 participantes junto con Hubert Dupont –ya retirado- y uno más que Frank Schleck. Y cuando acabe el Tour de France sumará 77, a los que tendrá que añadir los dos de los Juegos Olímpicos, 79. Se trata de un gran fondista, pero al que, por la lógica que señalan los números, no se le puede pedir más después de Londres.
Ya el año pasado mostró flaqueza en la Vuelta a España porque alcanzó la extraordinaria cifra de 91 días. En lo transcurrido de temporada, cosecha seis victorias y cuenta en su haber con nueve carreras por etapas: Tour Down Under (enero), Volta ao Algarve (febrero), Volta a Mallorca (febrero), Paris-Nice (marzo), Volta a Catalunya (marzo), Vuelta a Castilla y León (abril), Tour de Romandie (abril), Tour de California (mayo), Criterium Dauphiné Libèré (junio) y Tour de France (julio).
Vistió de líder en Castilla y León y Romandía, pero entregó la cuchara en la etapa reina de montaña y en la cronoescalada final, y por el contrario no erró de cara a meta apuntándose hasta tres triunfos entre las dos. En la Paris-Nice añadió otra victoria de etapa, y en junio y en Salamanca, otro triunfo parcial con la reválida del titulo nacional de contra reloj. Este balance inclina la balanza hacia su papel como ‘caza-etapas’.
Aunque no podemos obviar que en su palmarés figuran victorias totales en carreras por etapas, como son la Paris-Nice (marzo) y la Tour Down Under (enero). Es el ciclista español más laureado junto a Joaquim Rodríguez. Y es así que, con el descalabrado del Rabobank en este Tour de France marcado por el abandono de su indiscutible jefe de filas, Robert Gesink, muchas voces críticas especializadas reclaman que exista un debate abierto en el seno de la escuadra holandesa sobre a quién corresponde su liderazgo en el Tour de France.