Se deja ver. Pone a sus peones al frente. Se protege. No es que vaya a atacar. Vigila a sus rivales. Transmite entereza. Pero, todos como él temen que su motor reviente, y les deje tirados. La luz roja hace tiempo que va iluminada. No hay más que tirar de clase, de pundonor. En ese algo que distingue al campeón del resto.
Y eso hicieron todos, menos Horner. El americano pudo como ninguno estrujar al máximo su reserva. Por eso va de rojo. Dejó madurar al correoso Nibali hasta estallar en mil pedazos. Entonces, el cuarentón aceleró, y casi apisona al galo Elissonde (FJD).
Por detrás, el estropicio es de tal calibre que deja diseminadas a sus víctimas. Las descomunales rampas de ascensión a la cima del Angliru tiñen de dramatismo el asunto. La niebla adereza. Todos se retuercen sobre sus bicicletas, desde el primero al último. La multitud se agolpa con su jolgorio en las cunetas. Les elogian, animan y empujan. Quieren aliviar su sufrimiento. Un calvario a modo de espectáculo deportivo. Así es el ciclismo, así se labró su gloriosa condición de esforzado deporte del pedal.
El ritmo avivado impuesto por unos y otros, por los Astana, Movistar y Katusha, deja el grupo reducido a cuatro forajidos: Horner, Nibali, Valverde y Rodríguez. No están Roche, Pozzovivo y Pinot. Samuel Sánchez aparece y desaparece. Todos aguardan hasta los últimos cinco kilómetros, no vaya a ser que les salga el tiro por la culata.
Al tirón de los Katusha, Valverde pierde contacto. El murciano parece caerse del podio. Así lo concibe ‘Purito’ Rodríguez cuando se gira y lo pierde de vista. Pero va muy justo. Acelera Nibali. Horner se lo toma con calma. Y, entre tanto, Valverde recupera terreno. No da el brazo al torcer. Conecta. Más vale tarde que nunca. Llega a la meta con Nibali, Cardoso y Nerz. ‘Purito’ no está. Había cedido a los continuos intentos de derrocamiento infructuosos de Nibali. Bravo el italiano. Ya no pudo recuperar. No había lugar. Todo lo contrario que Valverde, que al haberse quedado descolgado antes, puso su ritmo y fue recobrando tiempo y terreno. Tanto que dio caza a Nibali.
Como recompensa, Valverde estará mañana en el podio de La Castellana. Vencedor en 2009, segundo en 2006 y 2012 y tercero en 2003, además de cuarto en 2004 y quinto en 2008, mañana será su quinta vez.