En contadas ocasiones acontece el final soñado en un Mundial. Florencia amaneció lluviosa, y el pelotón, temeroso, dejó que una fuga de cinco, comandada por el veterano Jan Barta cubriera tres cuartas partes del recorrido bajo la atenta mirada de las selecciones británica, italiana y francesa. No olvidamos a la nuestra, que apostó por una vigilancia desde la retaguardia, para así, evitar el desgaste que pudiera dejarles sin efectivos suficientes en la parte final.
Asoma tímidamente el sol, y cesa la lluvia a falta de tres vueltas al circuito semiurbano de la capital toscana. Aún así, la exigencia la mantiene el paso de los kilómetros y las dos cotas breves pero intensas. El grupo de fugados se diluye. Comienzan los escarceos entre las primeras unidades del pelotón. Ninguno de ellos figuran entre los favoritos. Se trata de balas de fogueo, pero que obligan a trabajar. Un despiste puede salir caro.
Visconti es uno de los que trata de alentar a un pelotón todavía impasible pero muy vigilante y con los nervios a flor de piel.
Nibali y Paolini caen. Sin embargo, el ganador del Giro d’Italia logra contactar. Antes cayeron otros, y protagonizaron ilustres abandonos. La armada británica naufraga. Pierde a Wiggins y Froome. Los franceses, aunque patalean, también pierden sus opciones de éxitos. Los belgas, que cogen las riendas, cuentan con Gilbert intacto. Al quite permanecen los colombianos Urán y Betancur. Los españoles permanecen casi al completo.
Castroviejo, protagoniza una remontada en la que perecen Luís León y Egoi Martínez durante la penúltima vuelta. Delante resisten, aparentemente, muy enteros Valverde, Contador, Rodríguez y Moreno. Pero se acelera delante. Contador cede. Por el camino quedó Herrada y Samuel Sánchez; éste último por caída.
Antes de la última de las catorce ascensiones, la de Vía Salvati, con un dieciséis por ciento de pendiente máxima, en el descenso de la anterior, se marcha Joaquim ‘Purito’ Rodríguez. Le coge rueda Nibali. Por detrás, en su persecución, los colombianos Urán y Betancur. El del Sky cae. Valverde y Rui Costa dan alcance al italiano y al catalán. Y a partir de aquí surgen las discrepancias.
‘Purito’ no consigue abrir suficiente hueco. Valverde deja hacer a Nibali. Costa va a rueda. Se entiende que Valverde debe actuar de comedida manera. ‘Purito’ le achaca haber sido permisible con Nibali. El otro, el portugués permanece como convidado de piedra. Nibali asume la labor de caza a Rodríguez. Y llegados al ascenso y descenso de Vía Salvati, con una situación muy favorable para los intereses de éxito españoles, Rui Costa carga la escopeta con sigilo. Se muestra cansado, muy justo. Deja hacer, se deja llevar. Ya a dos kilómetros del final, cuando Nibali parece incapaz, y con ‘Purito’ por delante frotándose las manos, salta Rui Costa. Valverde, pendiente de Nibali, no reacciona. «Iba tan justo que no fui capaz de tapar el hueco dejado por Rui Costa». El portugués va muy fuerte en la busca y captura de Rodríguez. Lo supera a escasos cincuenta metros del arco de meta. Rodríguez no puede. Se echa a llorar. El catalán considera que Valverde debi´ño contener los ataques de Nibali y de Rui Costa. Quizás él no debió insistir con tantas tentativas de fuga que mermaron y dinamitaron sus fuerzas. No pudo con Rui Costa. Valverde fue bronce otra vez.