Cuando te enfrentas a consumados especialistas en el ejercicio individual contra el cronómetro bajo la condición añadida de que es juez y parte del resultado final de una carrera, es complicado poder estar por encima de tus expectativas. Pero como el terreno se tornaba ascendente, y el estado de forma acompaña, puede que esperásemos algo más de Alejandro Valverde en esta última jornada de la Paris-Nice con meta en el Alto de Ezé, de primera categoría.
Aún así, después de que ayer Levi Leipheimer quedara fuera de concurso tras protagonizar una salida de pista, se esbozaba, ya por entonces, el podio definitivo de hoy en Nice. A Wiggins se le observaba muy metido en carrera, como a Westra y a Valverde, flanqueado por una potente plantilla, como a Westra y a Valverde, pero con la exigua pero suficiente ventaja de acabar en su terreno predilecto. Las dudas sobre el rendimiento de Wiggins cuesta arriba se desvanecían el pasado jueves, con la llegada al Alto de Mende, cuando supo y pudo mantener a raya a sus rivales, si bien, estoy convencido de que Valverde dejó hacer para no gastar más de lo que debía. Esa etapa la ganó Westra, quien hoy es segundo en el podio de la Paris-Nice. No hay lugar a casualidades.
Wiggins además ganó la cronometrada final, con un grandioso registro de 19:12, pero con tan solo dos segundos de ventaja respecto a Westra. Sin embargo, Valverde cedió 52 segundos. Y Jean-Cristophe Peraud (Ag2R) mantuvo en lo más alto de la tabla de registros sus 19:46 hasta que cruzaron bajo el arco de meta Westra y Wiggins.
Pero no podemos ni debemos hablar en clave de derrota, porque Alejandro Valverde ha sido capaz de obtener un triunfo parcial, y además acariciar la cima del podio en Nice. Cierto que Wiggins y Westra también ganaron, pero por eso están compartiendo el podio con Valverde. Este groso análisis nos hace ver más claro que la cronometrada ha resultado decisiva, como era de esperar, y además ha sido un podio justo, salvando la excepción de Leipheimer.