Han transcurrido casi seis años desde que un grupo de simpatizantes, amigos y familiares del ciezano José Joaquín Rojas viajáramos a Madrid para arroparle en su participación en el Campeonato del Mundo. Fue la última vez que se enfundó la elástica ‘rojigualda’. Por entonces era un aventajado pupilo de Juan González en el Würth, filial del Liberty Seguros de Manolo Sáiz, en que debutó a finales de esa campaña de 2005. Antes ya había compartido con la plantilla profesional los habituales entrenamientos conjuntos de pretemporada. Eso era un tangible presagio de que acabaría por dar el salto.
Su atrevimiento en carrera, su destreza y habilidad sobre la bicicleta y su portentoso pedaleo esbozaban el perfil de ciclista que está acabando por definirle y que conocemos hoy día. Sin ser un llegador (sprinter) en estado puro, a imagen de su más directo rival en el reciente Tour de France por la consecución del maillot verde de Más Regular, sino más bien del estilo de Oscar Freire, como acredita su ostensible mejora de rendimiento en la montaña. Véase el modo en que resolvió con éxito su concurso en el Campeonato de España de fondo en carretera en Castellón, cuando en el alto de Desierto de Las Palmas se marchó soldado a la rueda trasera de la bicicleta de Alberto Contador.
Todavía guardo aquel maillot de la Selección española que vistió en aquel Mundial, cuya meta cruzó a rastras, deslizándose por el rugoso asfalto, al verse involucrado en una caída producto de los nervios por la resolución al esprint en la masiva llegada. Entró entre los diez mejor clasificados, y a otro año fue cuarto, acariciando así el medallero. De modo que, volver a defender los intereses de España en un deporte tan emblemático como es el ciclismo para nuestro país a sus 26 años recientemente cumplidos, le sabe a gloria. Él siempre fue una de las piezas indispensables en los esquemas ofensivos de la ‘Roja’, y ocurre que regresa y repite en la misma condición.
A nadie escapa que José Joaquín Rojas es el cartucho que apuntará al centro de la diana de la meta del circuito de Rudersdal de fallar el torpedo Freire. Entre el mallorquín Vicent Reynés, segundo en la complicada llegada de la segunda etapa en línea de la reciente Vuelta a España en Campoamor-Cabo Roig (Alicante), y el citado Rojas residen las expectativas de llegada favorable para Oscar Freire. El veterano velocista cántabro, que ya suma tres títulos mundiales, dejaba la Vuelta a España, digamos que, de manera prematura, aquejado de un proceso gripal, pero en el momento en que se repuso, ha despejado dudas respecto a su condición en las clásicas en que ha participado durante esta recta final con meta en el Mundial de Copenhage. A él le favorece las características del circuito, y por experiencia también, a él le corresponde portar los galones de líder indiscutible del combinado español. Entorno a él se ha forjado una corte de legionarios de gran valían prestos y dispuestos para obrar con inteligencia y en consonancia con el grupo. Sus compañeros en el Rabobank, Carlos Barredo, Juan Manuel Gárate y Luís León Sánchez, campeón nacional contra el cronómetro, son garantía más que suficiente. Al Gárate le hemos visto muy activo durante la última semana de disputa de la Vuelta a España, y al muleño Luís León Sánchez metido en repetidas ocasiones en fugas que acabaron por ser resolutivas de cara a meta. Quizás algo menos a Gárate, pero el vasco nunca falla en el Mundial.
Joan Antoni Flecha, Pablo Lastras e Imanol Erviti son tres consagrados rodadores sobre los que, en teoría, debe recaer la más dura labor de desgaste. Junto a Luís León Sánchez ejercerán la lógica labor de control de carrera y a los rivales. A Barredo y Gárate corresponderá, además, filtrarse en las fugas y tentativas, que las habrá, y muchas, a lo largo de 280 kilómetros. Todos ellos tienen en común que son acreditados fondistas. En todo caso, y puestos a establecer tiempos y pautas de actuación, Lastras y Luís León Sánchez deben ser los primeros en entrar en escena por eso de que pudieran llegar a esta cita con notable carga de desgaste acumulado.
Pero, cuando hablamos de una carrera que tiene lugar un día en concreto, siempre hay factores intrínsecos y extrínsecos que interceden y pueden deparan acciones y resultados no esperados, o contrarios a la voluntad de cada cual y del grupo. Es, por lo tanto que, cabe esperar que Freire pueda estar entre los elegidos del teórico desenlace al esprint, pero, pudiera no suceder así, o pudiera no haber llagada al esprint entre un grupo más o menos voluminoso. Y para esos casos hay que contemplar e incluir un Plan B. En este sentido, parecería evidente quiénes formarían parte de ese Plan B, aunque pudiera no ser como lo creemos. Es por eso que dejemos volar nuestra imaginación, y soñar con que el ciezano Rojas o el muleño ‘Luisle’ volvieran a casa con una destellante medalla colgada del cuello.