Antonio J. Salmerón
La Unión Ciclista Internacional, con la implicación de la Agencia Mundial Antidopaje, finalmente recurrirán ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo la libertad de que goza actualmente el ciclista español Alberto Contador. El máximo estamento federativo sigue empeñado en que Contador debe cumplir con un periodo de sanción de entre uno y dos años. No pone en duda a la Real Federación Española de Ciclismo, que es quien tutela al ciclista de Pinto, en el resultado de absolución que falló hace un mes, pero siempre dejó abierta la posibilidad del recurso, ante el TAS ahora.
Contador y su entorno ya se temían que ésto acabaría por suceder así, si bien, el propio Patt McQuaid, presidente de la UCI, sembró arraigadas dudas cuando supo de la implicación pública y notoria del presidente español, Rodríguez Zapatero, seguidor del baloncesto y del FC Barcelona, e incluso de Mariano Rajoy, líder de la oposición, fanático del ciclismo. El mandatario federativo irlandés cometió la osadía de criticar, incluso, lo que consideró intromisión política en el terreno estríctamente deportivo, pero lo que hicieron Rodríguez Zapatero y Rajoy no fue más que salir en defensa de un deportista español, cuando no hicieron lo mismo con el murciano Alejandro Valverde. Quizás el peso de la mayor cota de popularidad del de Pinto pudo con la del murciano, o bien que, como apunta con acierto otras tésis, acabar con Contador pudiera haber sido el principio de una gran obra de derrocamiento del deporte español basada en la teórica y supuesta amplia clientela del doctor Eufeniano Fuentes.
Ríos de tinta y horas y horas de cinta se han vertido sobre la dichosa Operación Puerto, que fue archivada por su propio juez instructor por defecto de forma, por supuestas omisiones y correcciones, por supuestas carancias de argumento, porque servía de pilar a una Ley Anti-dopaje que fue aprobada en el Congreso posterior a cuando la operación policial tuvo lugar. Es, por lo tantro que, cualquier actuación judicial carecía de hilo argumental porque no existía proyector. Si bien parece que existan pocas dudas, entre los que conocen a fondo el proceso que la clientela excediera a la supuesta propia cartera de ciclistas. Supuestas grabaciones visuales y sonoras, y testimonios avalan desde el punto de vista de la propia investigación policial los supuestos hechos y los supuestos imputados, muchos de los cuales todavía hoy día siguen penando en el limbo. Todavía aguardan a que Jaime Lissavetzky los exculpe de pecado, ahora que deja la sotana para subir a los altares.
Leía hace unos días un artículo informativo titulado “El fútbol no vigiula su sangre”, firmado por M. A. Barroso en la edición digital del diario ABC. Lo colgué en el muro de mi Facebook, para que resultara creible aquello que tantas veces había dicho yo: el ciclismo y el atletismo pagan los platos rotos que a otros no les hacen si quiera dejar en el fregador.
(http://www.abc.es/20110315/deportes/abcp-futbol-vigila-sangre-20110315.html)
Preguntaba yo entonces si había que considerar a este periodista un valiente, o simplemente, un periodista en la pura extensión y significado de la palabra. Y es que, excepto los periodistas especialistas en ciclismo y atletismo, muy pocos son quienes se atrevan a abordar de manera neutral el escabroso tema del dopaje. Me fastidía, nos fastidía, que con el affaire Contador surgan los oportunistas, a menudo redactores jefe, subdirectores y directores, que desde el desconocimiento casi absoluto en que les sumerge sus ocupaciones pasen a pedir y tomarse la palabra para emitir libres juicios y cátedras de opinión. Osados ellos, pues no me atrevo ni yo, aún sabiendo de ésto un rato largo. Todo porque, lo que realmente pretenden, es desviar la atención.
¿Sabían Ustedes que en el fútbol no existen los controles de sangre y de detección específica de EPO? Si no se les informa, raramente somos adivinos. Dice el propio director de la Agencia Estatal Antidopaje, Javier Martín del Burgo, en el texto informativo antes referido que, «cada federación ordena el control y qué sustancia hay que buscar. En el fútbol se busca la droga social, los anabolizantes y estimulantes, pero raramente EPO». Claro que, ‘la EPO no marca goles’, dirán Ustedes. Cierto es que estamos hablando de un deporte donde prima la técnica, pero nadie dijo que esté exento de cierto grado de exigencia física. Continúos cambios de ritmo, aproximaciones al balón con velocidad, contacto físico, rivalidad en la tenencia del balón, … En este sentido, el autor del citado texto dice que, “sin embargo, existen diferentes varas de medir: el nivel de exigencia en los análisis a los futbolistas está lejos del que soportan, por ejemplo, los ciclistas y atletas. En el fútbol español no se hacen análisis de sangre ni tampoco específicos de EPO (proteína que estimula la creación de glóbulos rojos y la oxigenación de la sangre). Tampoco de CERA, fármaco estrella e indetectable durante años, que estimula los efectos de la eritropoyetina propia del organismo y no necesita dosis de refuerzo.
[Vea la comparativa de los controles en el fútbol con el resto de deportes]
La explicación que se da desde la RFEF es que estos test son muy caros; no hay un protocolo establecido ni presupuesto para hacer controles y transportar la sangre en condiciones de seguridad”.
Surge entonces analizar otra herramienta de teórica efectividad en la detección en el consumo de productos prohibidos, que sin embargo, carece de sentido en el caso de Alberto Contador, y también en el de Alejandro Valverde. Se trata del Pasaporte Biológico de que tanto se discrepa en el mundo de ciclismo, pero la Unión Ciclista Internacional adopta e impone como válido y de obligatoria tenencia. Es, a todas luces, una cartilla de salud, unas gráficas a que apuntan diferentes analíticas a las que se expone al ciclista fuera y dentro de la competición. Cualquier anomalía que cause en comparación con unos parámetros propios preestablecidos dispara las alarma, y propicia el seguimiento médico con lupa de la UCI. En los citados casos de Contador y Valverde no existe alteración alguna que hiciera sospechar y que sirva de argumento para la pena a que se expone el primero, y la que soporta el segundo.
Acabo con otra larga cita del artículo referido anterioremente, en que parecen quedar disipadas todas las dudas, … o no. “Se eligen, por cada jornada de Liga, dos encuentros de Primera División y dos de Segunda, así como otros dos suplentes en una y otra categoría. Si los dos elegidos en primer lugar se celebrasen en sábado, se procede a sustituir el segundo de los sorteados por el primer sustitutorio para que, al menos, uno de los análisis se lleve a cabo en domingo. En cada campo hay una «sala de control antidopaje» próxima a los vestuarios que se utiliza exclusivamente para la toma de las muestras, que son recogidas por dos médicos designados por la Federación.
El azar también determina qué jugadores visitan esta sala. En cada encuentro se eligen, por sorteo, dos futbolistas y un sustituto por cada uno de los equipos. Los entrenadores y delegados reciben el aviso al inicio del segundo tiempo para que los futbolistas no orinen al acabar el partido y así pasar por el trámite con mayor rapidez. Las muestras pasan a la Comisión Antidopaje, que las envía a los laboratorios de referencia para ser analizadas. En resumen: en la Liga BBVA, por ejemplo, ocho partidos por jornada quedan fuera de los controles antidopaje. Y solo ocho jugadores de 360 (cada equipo convoca a 18) pasan por este trámite.