Hay quienes siguen sin entender cómo es posible que la cobertura mediática, el escaso patrocinio privado y el apoyo de la Administración pública se ciña a un reducido grupo selecto de deportes y entidades deportivas. Hay quienes me instan a que abandone esa lucha que califican de inútil porque prevalezca la igual en el trato y reparto de atenciones. Quizás sea labor suicida tratar de alterar el orden establecido. Los grupos dominantes son los que ‘trajimanejan’ a su antojo la sociedad de hoy día. Otros se suman al reducto borreguil. Dicen que responden al interés de las masas. Pan y circo.
Que tenga que ser ‘El follonero’ quien tengan que poner luces y taquígrafos sobre un asunto de tutela periodística deportiva da viva imagen de nulo atrevimiento porque la labor periodística responda a su razón de ser: ejercer la labor informativa en base a la pluralidad, la veracidad, la precisión y la objetividad. Hay pocos que osen oponerse a las fuerzas de interés, porque se exponen a ser fulminados, apartados, boicoteados.
Decía un especialista que intervino en el programa Salvados de La Sexta titulado ‘La burbuja del fútbol’ que los apoyos de los poderes públicos al fútbol se basan en la fórmula siguiente: Abonados + Seguidores =Votantes. Así, y solo así, se entiende que entidades deportivas profesionales (no solo futbolísticas) gocen del beneplácito de subvenciones y recalificaciones o apoyos en la búsqueda de patrocinios privados. El resto de entidades deportivas, curiosamente en manos de personas carentes de entidad pública y empresarial, malviven y sobreviven con el empeño suicida de esos anónimos. Ellos no acostumbran a servir cenas ni comidas, y tampoco cestas navideñas, porque bastante tienen con empeñarse hasta las cejas porque el deporte y la entidad deportiva que representan puedan salir adelante en los difíciles tiempos en que vivimos.
A quienes acostumbran a leerme conocen que toda entidad deportiva profesional debe estar sustentada en el patrocinio privado, porque el dinero público no deja de ser una mera ayuda, un empujón avalado por la existencia de una labor de formación de base. Esto no lo digo yo; es así. Sin embargo no hay vara de medir igual para todos. De acuerdo con que hay que establecer varemos, pero nunca bonos preferentes a cero interés. Es por eso que, cuando no se actúa debidamente, se crean estados de desigualdad que conducen, inevitablemente, al ‘pataleo’. Claro que, para sosegar los ánimos caldeados y para justificar los tratos de favor siempre se cuenta con quienes tratan de hacernos creer, desde un micrófono, ante una cámara o a través de un teclado, que existen razones de peso para actuar así. Recuerdo en unas ponencias de redacción periodística deportiva a un ex periodista y ex atleta profesional de TVE decir que, “todavía dudo de que por qué el fútbol es el más seguido, si porque es así o porque es el más ‘mediatizado’”. Curioso planteamiento. Cierto es que todos entendemos de fútbol, que existe un volumen de información informativa muy superior al resto, que su práctica es muy sencilla y al alcance de todos, que casi todos tenemos un balón en casa y tenemos simpatía por un club en particular y que, debido a su profundo arraigo social, es capaz de sentarnos enfrente de un televisor y provocar emociones que manifestamos abiertamente. Pero, entonces, por qué no pudiera suceder lo mismo con otros deportes.
Desde que tenista manacorí Rafa Nadal arrasa sobre las pistas de las grandes competiciones, la cobertura mediática del tenis profesional ha crecido sobremanera. Pero detrás del tenis hay muchos intereses económicos en circulación, y esa circunstancia avala ese trato preferente de atención mediática. En contraposición encontramos al castigado ciclismo. Alberto Contador no es un único que domina a placer en el calendario mundial. Existen otros dominadores como el vigente campeón olímpico, Samuel Sánchez, el catalán Joaquim ‘Purito’ Rodríguez o el murciano Alejandro Valverde. Sin embargo, su cobertura mediática ha caído en picado. Solo persiste en interés de emisión de RTVE y Euskal-Telebista (televisión autonómica pública vasca), y de manera esporádica, de algunos canales, aunque no existe continuidad. ¿Qué ocurre? El ciclismo ya no mueve las suculentas cifras económicas del tenis o el motociclismo. Hay un gerente de un equipo ciclista que recibía la triste noticia de que el esperado patrocinador del que esperaba el ‘sí quiero’ prefiere quedarse en el motociclismo, aún disponiendo del vigente ganador de la Vuelta a España. Pero es que, la empresa que le patrocinó esta temporada de 2011 decidía abandonar el ciclismo para apostar más de lleno por la Fórmula Uno. Curioso resulta que ambos deportes requieren una inversión de patrocinio superior y muy superior –respectivamente- a la del ciclismo. Sin embargo, hay deportes con un impacto mediático y de mercado que está por debajo de la aportación de patrocinio, y sorprende que proyecten la imagen de que apenas han sufrido el golpe de la crisis. Para colmo, sus máximos exponentes ni si quiera militan en la liga española. Claro que, a poco que se ahonde en ese deporte encontramos a personajes ilustre seguidores del mismo. Solo así se entiende que uno encuentre en sus camisetas patrocinio público.
Por eso que, a quienes nos gusta y apasiona el ciclismo, tenemos la viva esperanza de que bajo la presidencia de Mariano Rajoy el ciclismo recupere el esplendor que merece, ni más ni menos.