Dos fechas: 28 de julio y 11 de agosto, y un mismo año de partida: 1985. Dos jóvenes valores que ya no son promesas, que caminan paso y pedalada firme hacia su consagración, a pesar de incipiente trayectoria deportiva. Un solo destino: los Juegos Olímpicos de Londres. Dos disciplinas deportivas, el atletismo y el ciclismo, de tan arraigada práctica en nuestra Cieza natal, que cubren de gloria nuestra historia deportiva, que proyectan al exterior su ‘ciezanía’.
Ya retirado, Fernando Vázquez encendió la brecha del polvorín de la marcha atlética en Cieza. Él fue el primer atleta ciezano en estar en unos Juegos Olímpicos. Fue en Atlanta en 1996. Su imagen ataviado con la indumentaria del Equipo Español Olímpico se convirtió en santo y seña de la ciudad. Nos sentíamos muy orgullos. No era para menos; muy pocas ciudades de nuestro tamaño y entidad habían logrado antes hito de tal calibre. Desde entonces hasta ahora, en Londres 2012, un buen puñado de atletas trataron de emular los pasos de Vázquez, y Juan Manuel Molina, recién retirado también de la competición, lograba regresar a unos Juegos Olímpicos. Hubo que esperar a Atenas 2004 para verle debutar, y posteriormente, en Pekín 2008, regresaba para refrendar que era un referente en la marcha atlética española en el calendario internacional. Ambos compitieron en las distancias de 10, 20 y 50 kilómetros con dispar suerte, y en este sentido, su fortín era la intermedia, la de los 20. En ésta cosecharon grandes registros y éxitos, sin embargo, nuestro representante en Londres 2012 lo hará sobre los 50 kilómetros.
Benjamín Sánchez se inició desde muy temprano en la práctica del atletismo, y de la marcha atlética en particular. Con dos referentes tan inmediatos y sólidos como Fernando Vázquez y Juan Manuel Molina no era como para elegir otra disciplina. Podría haberlo hecho, porque sus cualidades apuntaran hacia otra en particular, pero los éxitos que desde sus primeros pasos empezó a conseguir, indicaban, sin lugar a dudas, que iba por el buen camino. Representar la continuidad de dos grandes de la talla de Vázquez y Molina podría haber supuesto un lastre para cualquier otro, pero a un campeón se le distingue también por su fortaleza psíquica.
Su camino a Londres fue abrupto, complicado. Lastrados por lesiones, se pudo, incluso, pensar en que no llegaría a tiempo de conseguir esa marca que te hace valedor de un billete olímpico. Pero, sí, se obró el deseo, y en el campeonato de España en categoría absoluta y en la distancia de los 50 kilómetros, lograba colgar de su cuello la medalla de plata. Eso aconteció en Pontevedra, un cuatro de marzo. El día 9 de junio en A Coruña, en el nacional de 20 kilómetros, se veía obligado a retirarse. Su musculatura dijo basta, al menos para esa distancia, como él mismo indicó después, de modo que, mejor con la distancia de gran fondo, los 50 kilómetros.
Estar en unos Juegos Olímpicos es un rotundo éxito, dado, además, el alto nivel de exigencia del deporte español, y del atletismo en particular, para lograr un registro de acceso a una competición del más alto rango. El echo de haber coincido con Juanma Molina durante unos cuantos años, le hace valedor de una experiencia teórica que le servirá de mucho el día 11 de agosto a partir de cuando suele el pistoletazo de salida. El escenario es sumamente evocador como para sumergirse en un sueño del que no sabes cómo despertarás, aunque, al margen del resultado, fue muy bonito, único. No vamos a entrar en detalles puramente competitivos, que si registros de paso y rivales, simplemente, vivir un momento único, pero que auguramos que se repita en próximas citas olímpicas, porque hay madera, y queda mucha por arder.
Benjamín no estará solo en la cita olímpica londinense, pues Miguel Ángel López le acompañará. Al de llano de Brujas lo consideramos como un ciezano más, hijo adoptivo, ya que se ha forjado como un extraordinario marchador en la cantera ciezana, bajo la tutela de José Antonio Carrillo y el Club Athleo. Hasta tres atletas olímpicos ha partido esta escuela atlética. De modo que, Miguel Ángel es considerado el tercero de los abanderados olímpicos ciezanos en Londres 2012.
Porque el tercero es ciclista. De casta le viene al galgo. José Joaquín Rojas Gil vivió desde niño el ambiente ciclístico que se respira en su familia y en su casa. Su añorado hermano Mariano es su espejo. El perfil de ambos es antagónico. José Joaquín es hoy un curtido velocista al que distingue su capacidad para afrontar la media montaña con más solvencia que los velocistas puros. Su trayectoria ha sido meteórica. Ya en categorías inferiores apuntaba buenas maneras. Fue campeón nacional júnior. Sabe lo que es un Mundial, así como un Tour de France y otras grandes citas del calendario, pero unos Juegos Olímpicos. Su presencia en el Tour de France tenía un doble objetivo: lograr la consecución de maillot verde de la regularidad y la puesta a punto óptima para la disputa de la prueba de fondo en ruta de Londres. Pero las caídas que tan honda mella dejaron en la primera semana del Tour de France le obligaron a regresar a casa con una fractura doble de clavícula.
Bendita tozudez la suya, que apenas unas horas después de ser intervenido quirúrgicamente en Murcia se subía a pedalear sobre la bicicleta. Se probó de manera estática sobre el rodillo, pero quiso ir más lejos, y al día siguiente, pedaleaba sobre el asfalto con aparente normalidad bajo las atenciones del Dr. Esparza. A partir de ahí, fue incrementando la cantidad de kilómetros y la calidad de los entrenamientos hasta llegar a la salida en Londres. Todo un ejemplo de pundonor y esfuerzo por no ausentarse de una debú soñado único como son unas olimpiadas. Junto a él habrá dos murcianos más, Alejandro Valverde y Luís León Sánchez; los dos ganadores de etapa en el Tour de France. De los cinco integrantes de la Selección olímpica española de ciclismo, la de mayor número, tres son murcianos. Los otros dos, por circunstancias adversas también vividas en el Tour de France son Jonatan Castroviejo y el campeón nacional Fran Ventoso, ambos del Movistar y compañeros de Valverde y Rojas.
Desde que Ángel Guardiola debutara como ciclista profesional en la denominada Guardia de Franco, en la década de los 50, y después continuara su trayectoria en el Licor 43, varios han sido los ciclistas ciezanos que lograran éxitos en este esforzado deporte del pedal. Sin embargo, solo tres de ellos militaron en el pelotón profesional. El primero fue Ignacio García Camacho, que fue campeón de España en 1993, dos años después de su debú con el Kelme. Después llegó Mariano Rojas, en 1994 con el ONCE. Ya en la década de los dos mil José Cayetano Juliá militó en el Comunitat Valenciana (Kelme), Illes Balears-Banesto y Caisse d’Epargne. A finales de 2005, José Joaquín Rojas se estrenaba con el Liberty-Würth. Ninguno de ellos, a excepción de Rojas, había logrado la condición de olímpico, a excepción de Miguel Fernández, en Barcelona ’92, cuando obtuvo Diploma Olímpico en la modalidad de los 100 kilómetros contra reloj.
Es el ciclismo, como atletismo, dos deportes que siguen cubriendo de gloria al deporte ciezano, pero no serán los únicos. Quizás halla que aguardar unos años, no muchos, para aumentar nuestra presencia en unos Juegos Olímpicos, pues hay deportes como el voleibol, donde se están cosechando importantes resultados que nos hacen concebir gratas expectativas al respecto. Pocas ciudades de la entidad de población de Cieza pueden enorgullecerse de tan preciada cantera deportiva. Y ahora, que atravesamos por tiempos, hagamos un esfuerzo conjunto más significativo que nunca antes porque sigamos siendo abanderados olímpicos.