Está previsto cubrir dos viviendas del yacimiento musulmán más importante de la Península, que se encuentra en un actual avanzado estado de deterioro. La Fundación Los Álamos debatirá este lunes sobre “Presente y futuro del despoblado de Siyâsa”
Antonio J. Salmerón
Lejos de los piropos que le sitúan al frente del catálogo de asentamientos musulmanes de su época y características en la Península Ibérica, los restos hasta ahora excavados de la que fuera esplendorosa Medina Siyása atraviesan por un profundo bache en su estado de conservación. Y para ser más exactos, a pesar de las actuaciones acometidas sobre sus ruinas, no sirvieron para garantizar su perseverancia en el tiempo con total franqueza. Basta con ascender hasta la ladera del cerro del castillo de La Atalaya de Cieza para hacerse eco de un aparente estado de abandono en su conservación. Derrumbes y matorrales crecidos ofrecen una imagen deplorable, que debiera ser subsanada con inmediatez por respeto a la joya de nuestro basto legado histórico.
Desde hace varios años, debido al lamentable estado de conservación de Siyâsa, las visitas se circunscriben sólo al tránsito por las calles e interior de la casa nº 6 de las excavadas que es la mejor consolidada. Las visitas sólo se pueden realizar previa solicitud en la Oficina de Turismo o en el Museo de Siyâsa (del 1 de octubre al 30 de junio). La solicitudes se hacen por grupos. Las personas individuales deben apuntarse en una lista en la Oficina de Turismo y cuando la misma forma un grupo de número suficiente se les avisa para realizar la visita, generalmente en sábado por la mañana.
El yacimiento sólo se ha excavado, en los últimos siete años, en espacios de calle cuyo suelo es de tierra y las paredes son de mampostería y no están finamente enlucidas. De esta manera se evita el deterioro de la exposición a los agentes meteorológicos de pavimentos o paredes de viviendas.
Las viviendas, excavadas entre 1982 y 1988, bajo la dirección de Julio Navarro, sufren continuos deterioros por las lluvias y el viento, así como puntualmente por las personas que se internan en la zona excavada del yacimiento a través de una valla deteriorada que permite el acceso fácil de visitas incontroladas. El pisoteado de los muros (muchos de ellos de tierra) hace gran daño al yacimiento. Afortunadamente, la labor de concienciación ciudadana realizada durante las visitas guiadas a puesto fin a los ataques vandálicos que no se han repetido en el yacimiento y que tumbó muros y registró grafitis en las paredes de las ruinas.
Está previsto, en el proyecto presentado por el arquitecto Francisco Javier López al Consorcio de los Almadenes, cubrir dos de las viviendas para evitar el avance de su deterioro pero no tenemos noticias de cuando darán comienzo las obras ni si se consolidará el resto de espacio.
Su historia
A los pies del Castillo de la Atalaya de Cieza se encuentra el despoblado hispanomusulmán más importante de la Península Ibérica. En su época de máximo esplendor (S. XII y principios del S. XIII) contaba con unos 4.000 habitantes y estaba constituido por 787 viviendas. Esta ciudad musulmana se encontraba en el corazón de la Cora de Tudmir, en el reino de Murcia. La alcazaba tenía dos recintos amurallados, el inferior o albacar, destinado a la protección de la población, y el superior o celoquía, en la zona más inexpugnable que constituía el bastión defensivo.
En el año 1243 pasó al Reino de Castilla por la Capitulación de Alcaraz ante el rey Fernando III, representando a su hijo el príncipe Alfonso, que pasaría a la historia más tarde como Alfonso X El Sabio. En el año 1281 la villa con su castillo pasa a la Orden de Santiago. Con el tiempo vino el despoblamiento y la ciudad se trasladó a su emplazamiento actual a orillas del río Segura.
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