Hoy arranca el Tour. El Mont des Aloettes, una ascensión tan explosiva como dictará quién veste la ‘túnica’ amarilla. Un inicio tranquilo sobre el papel, muy distinto a aquellos agitados inicios a que nos tenía acostumbrados ASO y que solía cobrarse ilustres víctimas. La grande bouclé gala parte de la Bretaña francesa. Su peculiar y abrupta orografía es escenario de los primeros compases de la carrera. Mañana mismo toca una cronometrada por equipos de 23 kilómetros. En la mente de propios y extraños está el HTC High Road de Mark Cavendish. Pero en sucesivas jornadas, una retáila de etapas en las que los ‘jornaleros de la gloria’ buscarán fortuna. Más adelante le tocará trabajar denodadamente en favor de sus respectivos jefes.
Así es el ciclismo, como la vida misma, y así también es el Tour de France. La cita cumbre de la temporada es objeto de deseo de casi todos; aunque cada cuál desempeñando su papel. Todos asían el éxito. El éxito de sus líderes también es el de sus gregarios. La regularidad es la clave del éxito. En el Tour de France no valen los desfallecimientos ni los equívocos. Hay que estar ahí, día a día, ejerciendo de actor de primera, no dejando ver tus fallos, pero tampoco derrochando esfuerzos. Todo ha de ser muy comedido, meditado, pensado, medido. Así es el ciclismo actual. Añoranza de aquellas décadas de los ’90, cuando el ‘diablo’ Chiapucci iba atizando a sus rivales cuesta arriba, cuando se actuaba de manera desbocada, acalorada, sin guiones que valgan, sin conjeturas. Hasta que un gigantón navarro vino a sentar las bases del ciclismo actual. Induráin era frío y calculador. No dejaba ver a sus rivales ni sus miserias ni sus grandezas. Daba la estocada cuando tocaba. Su manejo de las agujas del cronógrafo y su portentoso cabalgar por las cimas alpinas y pirenaicas le reportaron cinco victorias en el Tour de France. Pero llegó un tal Bjarne Riis; un danés que acabó con el reinado navarro en tierras galas, y que ahora pretende salvaguardar el reinado de Alberto Contador. Alrededor de su predilecto pupilo ha dispuesto una guardia pretoriana de la confianza del de Pinto. Puede que el potencial del que hacia gala el Saxo Bank se vea mermado con la puesta en marcha del Leopard-Trek de los hermanos luxemburgueses Andy y Frank Schleck. Ellos se llevaron consigo a los grandes galgos de Riis.
Ahora el ganador del Tour de France de 2006 acude al concurso del podio parisino de los Campos Elíseos con quien fuera el principal oponente del que fuera su caballo ganador, Andy Schleck. Tanto el luxemburgués como Alberto Contador centran todas las crónicas previas. Ambos estuvieron en el podio del año pasado. Ambos vistieron de amarillo en 2010. El fallo mecánico de Schleck hizo recalar en Contador el liderazgo de la prueba gala. Esa es la lectura que sostienen quienes el pasado jueves silbaron a Alberto Contador y aplaudieron a Andy Schleck. Pero la realidad dicta que el luxemburgués no fue capaz de recuperar la ‘túnica’ amarilla durante el resto de carrera. Contador se mostró y manifestó intratable, infranqueable, aún con las altas dosis de presión que se vertió sobre las espaldas del español de Pinto. Los ataques fuera y dentro de la carrera franceses fueron crueles y virulentos. Sin embargo, no lograron derribarlo de la bicicleta. Ha vuelto, muy motivado tras haberse hecho con el triunfo final en el Giro d’Italia. Eso hizo meditar a Andy Schleck.
Su entorno creía que con el affaire del clembuterol habían logrado apear a Contador de su intento de salir a las carreteras francesas en defensa de su vigente condición de ganador. En un primer momento, cuando se supo que al de Pinto el retraso de la vista oral de su caso le permitiría acudir al Tour, dejó ver cierto grado de inconformidad con esa decisión, pues no le esperaba, como tantos otros. Quién manifestó de manera más abierta su enfado por volver a tener a Contador en carrera, fue el británico Bradley Wiggins, quien dijo que no debiera estar el madrileño de Pinto en carrera. No compete al líder del Sky emitir juicios aireados de opinión. Debiera de ocuparse y preocuparse con qué pasó en él para haber estado casi dos temporadas en letargo, desde que sorprendiera en aquel Tour de France con su presencia muy activa con los mejores en la alta montaña cuando se trata de un pistard.
Al margen de eso, Wiggins es otro con los que conviene contar, después de haberle visto volver por sus fueros en la Dauphiné Libèré. Tampoco conviene obviar el concurso del ‘canguro’ Cadel Evans. El jefe de filas australiano del BMC está realizando una temporada muy regular, que, aún a su avanzada edad, le mantiene en los primeros lugares de las quinielas. Y si de veteranos hablamos, aunque en un estadio o peldaño inferior a los citados, podríamos situar, por méritos propios, a Alexander Vinokourov, Andreas Klöden, Levi Leipheimer y Chris Horner.
Por el contrario, y envueltos en un mar de dudas vienen Ivan Basso, Samuel Sánchez, Roman Kreuziger y Luís León Sánchez. Éste último, el murciano del Rabobank, parece que despejara dudas con la consecución del titulo nacional contra reloj en Castellón. El hecho de que la escuadra ‘naranja’ apueste de lleno por el holandés Robert Gesink como principal baza para aspirar al podio parisino puede haber deparado en que León Sánchez llegue más descansado a la salida del Tour de France, como él mismo a reconicido públicamente, y liberado de la presión que le acompañara en ediciones anteriores de la carrera francesa. Eso le beneficia, sin lugar a dudas, porque la referencia a seguir en el Rabobank será el espigado ciclista holandés Robert Gesink. Sus resultados han sido mejores que los de Luís León Sánchez, y eso puede que fortalezca su liderazgo.
Respecto a las otras dudas mencionadas, casi nadie duda de la tremenda valía y calidad tanto de Ivan Basso como de Samuel Sánchez debido a la veteranía de ambos, aún por la cierta irregularidad que haya marcado su peregrinar al Tour. Cosa distinta es la que atañe a Kreuziger. En el Astaná figura como jefe de filas Vinokourov, y eso puede favorecer también al joven Kreuziger, que, al igual que Luís León Sánchez, llegó al equipo kazako procedente del Liquigas, en el que había crecido muy deprisa, con la premisa de que sustituya a Vinokourov al frente del Astaná en las grandes citas.
Cualquiera de los aspirantes al podio al margen de Contador y Schleck pueden dar mucho espectáculo en este Tour de France. Todo hace pensar en que, si tan fiera se presume la vigilancia entre el madrileño y el luxemburgués, los Basso, Evans, Wiggins, Samuel Sánchez, etc. pudieran desbloquear una carrera que pueda quedar bloqueada en momentos cumbre de la carrera. Esa teórica circunstancia bien pudiera favorecer a Schleck si es que Contador asumiera la iniciativa en defensa de su condición de máximo aspirante a mantener su reinado en París.