Alea jacta est. La suerte está echada. Apenas unos cuantos días antes de alzar el telón de la expectante Vuelta a España, ya están definidos los equipos participantes, con sus respectivos candidatos al éxito. Pero no todos ellos aspiran a estar en el codiciado podio de La Castellana; otros tantos, tentarán a la fortuna en forma de fuga exitosa.
En el cartel de grandes maestros, destaca con honor Alejandro Valverde. Unzúe pone a su servicio a una terna de banderilleros con sobrada experiencia de Pablo Lastras, José Iván Gutiérrez, Inmanol Erviti y Silvester Szmyd, aunque sin renunciar a la frescura que puedan aportar Jesús Herrada, Javier Moreno, Eros Capecchi y Beñat Intxausti.
Unzúe lo tiene claro, muy claro: “vamos a ganar con Valverde como único e indiscutible líder”. Tampoco hay por qué recalcarlo. Es evidente. El murciano de Las Lumbreras llega a esta Vuelta a España con la herida todavía abierta de aquella rueda rota que le apeó del podio del Tour de France. Pero la Vuelta es harina de otro costal. No es que sea ni más fácil ni más difícil. Cada cual es cada cual. Tampoco se trata de la reválida de septiembre. Hay que tratar de emular las proezas de tiempos tan recientes como su última edición. Entonces, Valverde libró un espectacular duelo con Joaquim Rodríguez y Alberto Contador que figura en páginas doradas en los anales de la historia. Ahora Contador no está; renunció a esta Vuelta. Aunque no por ello se moja la pólvora. Vicenzo Nibali es el que cuenta con mayor cantidad con que cargar y disparar cuesta arriba. Y el caso es que el terreno montañoso invita a fuegos de artificio de gran esplendor.
De las veintiuna etapas, seis son llanas, trece de media y alta montaña, y tan solo una contra reloj por equipos y otra individual. Las dos cronos suman 66,2 kilómetros: 27,4 y 38,8 kilómetros. Los puertos puntuables son treinta y nueve: tres de Categoría Especial, doce de Primera, siente de Segunda y diecisiete de Tercera. El techo de la Vuelta rendirá tributo a Alberto Fernández, el Port de Envalira, que se eleva hasta los 2.380 metros.
Para cuando estallen los fuegos de artificio en esas cumbres, Luis León Sánchez estará con su punto de mira apuntando hacia la cronometrada individual y cualquiera de los trepidantes finales a estilo Giro d’Italia que son de su agrado. ¿Cuál de ellos? Cualquiera. El desarrollo de la carrera dictará cual, pero es seguro que el de Mula buscará con ahínco dejarse ver, fiel a su estilo. Su salida del Belkin puede darse casi por segura, y la Vuelta es un idónea mesa de negociaciones. Y eso que el recorrido de esta Vuelta a España no es de su agrado, aunque su tardío debú esta temporada le empujó sin remedio a sacrificar el Tour de France en lugar de la Vuelta.
En otras temporadas, a ‘Luisle’ le vimos brillar en la gran carrera gala, pero ahora es distinto; las circunstancias cambiaron y modificaron su previsible libro de ruta. El gran aliciente le aguarda como telón de fondo: el Mundial en Florencia. Su participación parece segura, el incluso en las dos modalidades. Aún así su motivación es optima.
Puede que él no esté en la pomada, aunque no es descartable; depende de cómo transcurra la carrera. Dada la notable carga montaña, es de prever que esté ausente en los momentos cumbres, pero quizás deba ser así si quiere estar presto y dispuesto para la caza de un triunfo de etapa. Dicho así, estar más o menos arriba en la general individual no lo es tanto como disparar con acierto cuando se le presente oportunidad. Y eso que encontrará rivales de talla en el desempeño de esos menesteres, que procurarán mantenerle a raya. Aún así será todo un espectáculo verle en su papel de jornalero de la gloria, y si de paso puede estar delante, en la general, pues doble ración de satisfacción.