Puede que hayamos asistido a la mejor edición de la Vuelta a España de los últimos tiempos. No me atrevería a asegurar que halla sido la mejor de su historia, porque sería injusto que así se creara una teórica comparativa en detrimento del resto. Nos quedamos con que hemos contemplado un grandioso espectáculo de principio a fin. Incluso el último día hubo lugar para la disputa de la Regularidad. Valverde y el Movistar impusieron un fuerte ritmo de caza ya en las calles de Madrid ante un reducido grupo de fugados que pudiera hacer peligrar la posibilidad de cruzar entre los tres mejores bajo el arco del paso puntuable.
Hay un momento y lugar clave en esta recién concluida Vuelta a España. En la aproximación a la ascensión final a la estación invernal de Valdezcaray, entrando el viento lateral con cierta intensidad, al transitar por una recta de buen firme pero estrecha, en la que el Movistar ocupa la parte posterior izquierda del pelotón aunque por el arcén. El Sky del entonces aspirante al triunfo final de esta Vuelta, Chris Froome, aprovecha esta situación de carrera para echar a la cuneta a los de Únzue, bajo la circunstancia de que Alejandro Valverde viste de líder virtual. Acontece una caída masiva del Movistar provocada por el nerviosismo que genera esa maniobra de formación de abanico que se dispone a iniciar la escuadra británica, con Joan Antoni Flecha al frente. Pudo ser más desafortunado el accidente porque toparon con las barras metálicas del lateral de la carretera. El nerviosismo estalla en el seno del equipo del líder murciano.
Valverde se apresura a coger su bicicleta y reemprender la marcha en busca de un pelotón que pedalea desbocado tirado por los Sky que, posteriormente, argumentan que no eran conscientes de la complicada situación por la que atravesaba el líder Valverde y su equipo, el Movistar. Ayudado por Nairo Quintana, Valverde recupera terreno perdido a marchas forzadas, y aunque ya inmerso en la subida a Valdezcaray es ayudado por Beñat Intxausti, el murciano de Las Lumbreras perdía el maillot rojo que se enfundaba Joaquim ‘Purito’ Rodríguez.
Nada se daba por perdido. Era la primera semana, y quedaba mucha carrera por delante. A la semana siguiente aguardaba una cronometrada de casi cuarenta kilómetros en tierras gallegas y tres finales en alto seguidos en la cornisa cantábrica. De modo que, desde el Movistar se traza un plan estratégico de reconquista que se basa en decir que Valverde y el Movistar prefieren ir día a día, que sus planteamientos son muy a corto plazo. Ya sin Juan José Cobo en la puja por el podio, ocurre que lo que venga, bienvenido sea.
Superada con nota alta la cronometrada, Valverde comienza a recortar diferencias de manera paulatina. Se trata de estar lo más cerca posible de Contador, Rodríguez, Froome y Gesink. Cual es la sorpresa positiva para el Movistar cuando en las llegadas en alto solo quedan tres: Valverde, Contador y Rodríguez. Máxime cuando en la meta de la tercera semana en Cuitunigru ocurre que Contador desbanca de lo más alto de podio a ‘Purito’ Rodríguez, y Valverde se coloca segundo. El varapalo que experimenta el hasta entonces infranqueable líder de la carrera es de órdago, pero llena de vigor a un Valverde al que muchos esperaban que cejara en el intento durante la recta final de la Vuelta.
La batalla es cruel y despiadada. Nadie entierra el hacha de guerra, por lo que pueda pasar. Así, en la llegada a La Bola del Mundo, ‘Purito’ Rodríguez trata de emular la hazaña de Contador días pasados en la inédita cima asturiana, pero más próxima a meta, y consigue arañar unos segundos a Contador y a Valverde, aunque insuficientes para alterar el orden ya establecido. Dicho así, Contador, Valverde y Rodríguez dan forma a un podio de lujo pleno español.