Fue en 2009 cuando Luís León Sánchez ponía el colofón a una extraordinaria actuación en la Paris-Nice al auparse a lo más alto del podio, y desde entonces se convertía así en su carrera fetiche. Por entonces, como le había inculcado Manolo Sáiz, solía tener un fulgurante arranque de temporada, ya que el buen tiempo reinante en tierras murcianas le permitía entrenar con normalidad. Sin embargo, desde que recalara en el Rabobank, le hemos visto más tranquilo, no tan en forma para el inicio de temporada, si bien, la Paris-Nice es tanto para él como para Rabobank un codiciado escaparate.
El caso es que asistimos a un tímido debut de Luís León Sánchez en el madrugador Tour Down Under. Y digo tímido, porque acabar cerca del puesto trigésimo para un ganador de la carrera de las antípodas no es que fuera a lo que nos tenía acostumbrados. Pero, cierto es que tampoco podemos decir que desentonara. También anduvo discreto en el Algarve. Quizás sea mejor así, no ir quemando pólvora cuando más adelante te puede hacer falta. Y hoy, en Sisteron, asistimos a la constatación de ese modo de ruta elegido. Cuando se goza de una extraordinaria clase como la de Luís León Sánchez, cuando menos lo esperas, salta la liebre.
Y menudo zorro viejo le acompañaba en la disputa del triunfo parcial. Jens Voigt es un portentoso rodador de características similares a las de Luís León Sánchez, pero con más de diez años más. El teutón del Radio-Shack es de la guardia pretoriana de los Schleck, pero cuando se le da rienda suelta, es capaz de ganar con extraordinaria majestuosidad. Como pudo haber ocurrido hoy, cuando más de uno tuvieron que frotarse los ojos y recurrir a la foto-final para salir de dudas. Tan ajustada fue la llegada a meta de ambos, que había lugar a dudas. Aún así, Luís León Sánchez no las tuvo, y alzó sus brazos en señal de victoria.
La jornada, como era de prever, resultó muy movidita. Un abanico provocó una fractura en el grueso del pelotón principal que dejó por delante a casi una treintena de ciclistas, entre los que se ausentaba Alejandro Valverde. El denodado esfuerzo, como a diario, de los Movistar logró reconducir la situación. Pero al borde del kilómetro sesenta, dos grupos de fugados suman fuerzas, y se sitúan por delante. Se trata de siete ‘pura-sangre’, a los que el desbocado pelotón, por mucho empeño que puso a través de varias potentes escuadras, le fue imposible abortar en su totalidad. Luis-León Sánchez (Rabobank), Mickael Cherel (AG2R), Anthony Geslin (FDJ), Frederik Veuchelen (Vacansoleil), Jens Voigt (RadioShack-Nissan), Dani Navarro (Saxo Bank) y Simon Geschke (Project 1t4i). Llegaron a gozar de una renta superior a los cuatro minutos. El perfecto entendimiento entre todos ellos hizo posible que fraguara la fuga.
Pero el inexorable paso de los kilómetros, y la dureza impuesta por el abrupto recorrido, iba minando las fuerzas de los contendientes. Además, por detrás, en el pelotón principal, cada vez aceleraban más. Existía un empeño brutal por darles caza. Entraron al trato casi todos los equipos. Pero, a Luís León Sánchez se le observaba como medía su esfuerzo concienzudamente. El objetivo residía en dar el apretón casi definitivo en las rampas de la ascensión de tercera que se coronaba a unos doce kilómetros de la meta. Estrecha, angosta, tortuosa, de irregular y desgarrador firme, de suficiente desnivel como para hacerla exigente. Así la afrontó Luís León Sánchez. Tiró de sus compañeros de fuga de manera desgarradora, hasta que dejó el grupo de siete en tres. Cherel, que iba muy justito, cedía pocos kilómetros después de coronar. Y ya solo quedaba la cosa entre Sánchez y Voigt. Con tan solo un minuto de ventaja. Así tuvieron que cubrir los ocho últimos kilómetros. Y llegados a la recta de meta, surgen las discrepancias. Voigt no atiende a las sugerencias del murciano de Mula, que mira constantemente hacía detrás, pero actúa con suma frialdad. Arranca Voigt, y Sánchez se suelda a su rueda y mide. El teutón no cede. Luís León Sánchez le rebasa casi sobre la misma raya de meta.