Este fue el eslogan electoral que condujo hace unos cuantos años al PSOE a mantenerse en el Gobierno de España. Por el buen camino creo que pedalea Alejandro Valverde después de verle actuar durante la recién concluida Dauphiné Libèré; uno de los dos bancos de puesta a punto de cara al Tour de France junto a la Vuelta a Suiza.
El debate entorno al estado de forma exhibido no solo por Alejandro Valverde en la citada Dauphiné puede ampliarse también a su compañero en el Movistar, José Joaquín Rojas, al menos en lo transcurrido de la Vuelta a Suiza, en la que Luís León Sánchez también toma parte.
Ver a Valverde entre la terna de candidatos a ocupar el podio parisino de Los Campos Elíseos aún a falta todavía de un buen puñado de días causa, cuanto menos, muy grata impresión. En la jornada reina del sábado, la penúltima, con victoria honrosa para Samuel Sánchez, a Valverde le vimos con el indomable Chris Froome, Nicholas Porté, Dani Navarro, Dani Moreno, ‘Purito’ Rodríguez, Stef Clement, Rigoberto Urán y Alberto Contador, además del citado Samuel Sánchez, que marchaba adelantado junto a Jacob Fulsang. E incluso en la jornada que se apuntó Froome, a Valverde lo vimos atacar, e ir por delante, aunque fuera a corta distancia, y acabar entre los diez mejor clasificados, si bien se viera superado por Contador, que le tomó el relevo, y Froome.
Bien, muy bien; mejor así. Digo ésto porque al Tour de France no se debe llegar al borde del ciento por ciento. Como decía el bueno de Induráin, con estar al setenta por ciento, la propia carrera irá acabando por pulir tu forma hasta alcanzar su cota máxima con el transcurso de la misma. No quiero a aquel Valverde que ganó de manera arrolladora la Dauphiné Libèré de 2008, y durante el ecuador del desarrollo del Tour de France, pasó por un profundo bache que casi le hace perder del todo sus opciones de, al menos, acabar entre los diez mejores.
Aquel 2008, Valverde cubrió la primera semana del Tour de France vestido de amarillo y con dos triunfos. Luego, pasó lo que pasó. Gracias a que allí estuvo Oscar Pereiro para ayudarle a levantarse, si bien el gallego se viera abocado al abandono por caída.
Durante la última semana, Valverde tuvo que tirar de clase para hacerse un hueco entre los diez mejor clasificados, cuando tomó la salida tres semanas antes como candidato casi unánime a subir al podio. Aquel Tour de France lo ganó Carlos Sastre, merced a un antológica ascensión al Alp d’Huez. Valverde se aferró con uñas y dientes al tren perseguidor, con los hermanos Schleck como revisores en favor de Sastre. Tanto Samuel Sánchez como Alejandro Valverde lograron ampliar aquella memorable presencia española entre los mejores.
Desde aquel 2008 han ocurrido hechos que han marcado el devenir de Valverde, unidos al efecto maduración. Ahora, Valverde se manifiesta en carrera más comedido. Aún así, le hemos visto probarse, aunque sin vaciarse. Como recalca Contador, todavía hay tiempo de ir afilando las piernas, mientras que, por otra parte, encontramos a un Froome sin freno, eufórico, derrochador, del que no nos explicamos su efervescencia. Quizás no sea tan bueno llegar al Tour de France tan en forma. A su compañero en el Sky y vigente ganador del Tour de France, Bradley Wiggins le fue muy bien. Claro que, cada cual es cada cual. Es primordial conocerse así mismo tan a fondo si se quiere aspirar con opciones clara de éxito a un cota tan alta como es conquistar el Tour de France.
Sin embargo, a Valverde todavía le queda pendiente una asignatura: la cronometrada. Y eso que el murciano de Las Lumbreras ha pulido con ahínco su rendimiento en esta disciplina tan exigente. El próximo Tour de France presenta un escollo importante en forma de noventa kilómetros contra el cronómetro. Eso no quiero que se interprete como que Valverde ya queda apeado por esa necesidad imperiosa de afinar contra el cronómetro. Cuando se está en forma para afrontar un Tour de France con las aspiraciones de Valverde, se suele rendir por encima en todos los terrenos, aún en aquellos en los que todavía se es deficitario. Habrá que seguir muy de cerca a sus rivales, y sobre todo, el discurrir de la primera semana del Tour de France siempre tan caótica y cruel.
En lo que respecta a José Joaquín Rojas, poco se puede decir. El de Cieza se encentra sumergido en pleno desarrollo de la Vuelta a Suiza, que en las etapas cuarta y quinta propone sendas oportunidades para los velocistas de sus características. De todos modos, Rojas ya ha anunciado que no presentara su candidatura al maillot verde de la regularidad en favor de la férrea defensa de los intereses de éxito de Alejandro Valverde. Eso no le exime de tentar a la diosa fortuna cuando de hacerlo se trate. Un buen banco de pruebas le aguarda en la séptima etapa, la denominada reina, con varios colosos por el camino, además de la última jornada, otra cronometrada de casi una treintena de kilómetros.