El inexorable paso del tiempo y de los kilómetros exige a los nuestros un reponedor descanso. Desde que echaran a rodar en las antípodas australes allá por enero, a nuestro prestigioso trío de ciclistas profesionales del UCI World-Tour (algo así como la Champions League en el fútbol) les hace falta tomarse un respiro. Siempre que se habla de un descanso en el transcurrir de la temporada nos referimos a un periodo, casi siempre programado y previsto, durante el cual el ciclista rebaja la carga de su ejercitación física y se apea de la competición para desconectar del alto desgaste físico y psíquico a que somete al ciclista, sobre todo, y como ocurre en el caso de los nuestros, aspiran a altas cotas en la consecución del éxito. No es igual competir para contribuir a la consecución de los objetivos de los líderes de tu equipo, que cargar con la añadida responsabilidad que conlleva portar galones.
Para poder estar presto y dispuesto para pujar por el triunfo ya durante los primeros compases de la temporada hay que realizar una exigente puesta a punto durante el otoño. Ya sabíamos de las ansías por retomar el pulso a la competición de Alejandro Valverde tras un año y medio cumpliendo una insensata condena. Aún así, era de prever que una persona de naturaleza tan inquieta como el de Las Lumbreras no descuidara ni un ápice su condición física y psíquica. No tenía sentido seguir dándole vueltas a la situación que le había tocado vivir. De modo que, una vez que ya estaba sobre el asfalto, no se hizo de rogar en ofrecernos su primer golpe triunfal. Fue en el Tour Down Under, en la única llegada en alto de la madrugadora prueba inaugural del calendario UCI World-Tour. Valverde y los responsables técnicos del Movistar tenían claro que el primer tercio del calendario debía ser intenso, tanto como había sido su concienzuda puesta a punto para su regreso a la alta competición. De modo que, en la Vuelta a Andalucía, además de sumar otro triunfo parcial, le vimos en lo más alto del podio. Sin embargo, la reducción de etapas de la vuelta de su tierra, le hizo variar su rumbo hacia la Paris-Nice. Allí tendría a su servicio al infatigable José Joaquín Rojas, además de coincidir con Luís León Sánchez, un incondicional de la carrera francesa que organiza ASO (Tour de France). El éxito volvía a sonreírle en la carrera gala, aún contando con un cartel de auténtico lujo. Ya no estamos en esos tiempos en que los primeros espada del pelotón venían a las carreras de inicio de temporada a acumular kilómetros. Hemos visto a un buen puñado de ellos, como Levi Leipheimer, Sylvain Chavanel, Tom Boonen, Andy y Frank Schleck, Ivan Basso…, e incluso Cadel Evans (ganador del Tour de France de 2011) muy metidos en la competición; cosa distinta sea que no a todos ellos les halla ido de igual modo.
Tampoco han desentonado José Joaquín Rojas y Luís León Sánchez, aunque con desiguales resultados. Al ciezano del Movistar no le acompaña la suerte. Ya en la Clásica de Almería quedó apeado de la lucha por el triunfo debido a problemas de salud, de los que no lograra desprenderse por completo en posteriores competiciones. Aún así, Rojas entraba en la puja directa por la victoria ya en el Tour Down Under (Australia), cuarta en su preliminar critérium (Down Under Classic) y quinta en la sexta etapa. A punto estuvo de birlar la cartera a Tom Boonen en el desenlace al esprint de la segunda etapa de la Paris-Nice. Antes estuvo muy presente en el Tour du Haut-Var, pero no hubo suerte. Fue séptimo en la primera llegada. Es decir, siempre ha estado ahí, acariciando la victoria. Y eso que es de los que, como su compañero de filas Valverde, ha realizado una buena preparación otoñal. Sin embargo, el escenario en que Rojas se bate en duelo para la consecución del triunfo suele ser hostil y muy concurrido, además de incurrir demasiados factores en su desenlace, tales como la colocación, las características orográficas y técnicas de la llegada, entre otros factores que, muchas veces, escapan a la propia voluntad.
Aún así, Rojas, fiel a su idilio con las clásicas de primavera, inmerso se halla en ellas. Volvemos a referirnos a un territorio hostil, pero que se adapta a su perfil. A rojas favorece que sea un velocista que afronta con extraordinaria soltura las irregularidades orográficas. Estar en disposición de la disputa del triunfo en cualquiera de estas históricas clásicas exige una curtida trayectoria en este tipo de carreras como sucede con Juan Antonio Flecha.
En el caso de Luís León Sánchez, cuando las dudas volvían a cuestionarle, sacaba a relucir su enorme clase para despejarlas de un plumazo. Esto sucedía en su carrera fetiche, la Paris-Nice, y ante un curtido y portentoso ciclista de la talla del teutón Jens Voigt. Con esta victoria, el de Mula se concede un respiro. Antes estuvo en el Tour Down Under, en la que acabó en el puesto 26, la Volta ao Alentejo (Portugal), en la que tuvo una discreta actuación. Pero Luís León Sánchez es de lo que habitúa a realizar rubricar buenas actuaciones durante el primer tercio del calendario. Así lo atestigual sus triunfos pasados en el Tour Down Under y Paris-Nice. No estará en las tres históricas clásicas de Las Árdenas (Amstel Gold Race, Flecha-Vallona y Lieja-Bastoña-Lieja), donde sí estarán Valverde y Rojas, y ya volverá de cara a la disputa del Tour de Romandie, donde podrá coincidir con Valverde. Rojas, después de las clásicas, y de un merecido descanso, seguirá similar puesta a punto de cara a su participación en el Tour de France. A Rojas puede que le veamos, entonces, en la Vuelta a Suiza, donde habitúa a ir.